TEATRERÍAS

Todos tenemos en nosotros un clown personal e intransferible, que en algún momento aparece, pero que, o bien no sabemos reconocerlo, o nos resulta incómodo.
A nivel teatral, el conocimiento de la técnica del clown nos aporta una riqueza extraordinaria en nuestra formación como actores. Nos aporta seguridad en un escenario, menor miedo al error y mayor capacidad de afrontarlo jugándolo. Nos proporciona mayor escucha al compañero y más respeto al trabajo de los demás. En definitiva, nos alimenta el sentido del juego que realmente tiene el hecho de actuar y dar vida a los personajes que caen en nuestras manos.
A nivel personal nos aporta la riqueza de otra visión de la vida a través de la risa. La vida está llena de situaciones cómicas que cada vez nos pasan más inadvertidas.

¿Es un niño?, ¿es un adulto extravagante?
Puede ser una mezcla de los dos. Es un ser en continua contradicción, transparente, ingenuo, con cuerpo de adulto pero con gestos de un niño. No tiene sentido del ridículo, no sabe lo que significa violencia, está en un código distinto al nuestro.
Debemos dejar que exprese su visión del mundo, escucharle y aprender de él.
Su extravagancia reside en el extremo al que lleva todo lo que siente, lo contrario de lo que hacemos nosotros, que cada vez dejamos menos espacio para que nuestra emoción se exprese.
Dejemos que nos contagie un poquito y podremos sentir una bocanada de aire fresco, menos contracturas, iremos al baño con mayor regularidad y nos sentiremos más libres en el momento que empecemos a reírnos de nosotros mismos.
Recuperemos la ilusión por el juego.

Se comentará en grupo las improvisaciones de las dos últimas partes, puesto que tan importante es la participación de los espectadores de la clase como la de la persona/as encargadas de realizar la improvisación.